Detectan señales de vida en un planeta fuera del sistema solar
19/04/2025
El planeta K2-18b, ubicado a 120 años luz de la Tierra, vuelve a estar en el centro del debate científico internacional tras un nuevo estudio que detectó posibles biofirmas en su atmósfera.

Si bien los resultados aún no son concluyentes, representan uno de los indicios más sólidos hasta el momento en la búsqueda de vida fuera de nuestro sistema solar.
Un océano cálido como posible hogar de vida
K2-18b es un planeta gigante, descubierto en 2017 por astrónomos canadienses, que orbita una estrella lejana.
Pertenece a una categoría denominada subneptunos, cuerpos celestes que son más grandes que los planetas rocosos como la Tierra, pero más pequeños que Neptuno.
En 2021, el astrónomo Nikku Madhusudhan y su equipo de la Universidad de Cambridge propusieron que estos planetas podrían tener océanos cálidos cubiertos por atmósferas ricas en hidrógeno y metano, a los que llamaron “hicéanos”.
Gracias al potente telescopio espacial James Webb, los científicos pudieron examinar con más precisión la luz que atraviesa la atmósfera del planeta cuando este pasa frente a su estrella.
En ese análisis, detectaron una señal particularmente intrigante: la presencia de sulfuro de dimetilo, una molécula que en la Tierra es producida exclusivamente por seres vivos, como las algas marinas.
Una molécula que solo conocemos por la vida
La detección de sulfuro de dimetilo no es menor. Esta sustancia, compuesta por azufre, carbono e hidrógeno, se encuentra en el mar terrestre y es responsable del olor característico del océano.
Su hallazgo en otro planeta plantea una posibilidad fascinante, aunque todavía lejana: que haya procesos biológicos similares fuera de nuestro mundo.
En un segundo análisis, los científicos encontraron una señal aún más fuerte de esta molécula, junto con otra similar, el disulfuro de dimetilo.
Tras múltiples revisiones, concluyeron que la cantidad de sulfuro de dimetilo en la atmósfera de K2-18b podría ser miles de veces superior a la registrada en la Tierra, lo que sugiere que sus océanos hicéanos podrían estar repletos de vida.
“Pasamos muchísimo tiempo intentando deshacernos de la señal”, confesó Madhusudhan, en referencia a lo sorprendente del hallazgo. Aun después de múltiples verificaciones, la señal seguía firme.
Las dudas persisten en la comunidad científica
A pesar del entusiasmo inicial, muchos investigadores recomiendan cautela. Algunos científicos plantean que K2-18b podría ser en realidad un mundo inhóspito, con un océano de magma y una atmósfera densa y caliente, poco apta para albergar vida tal como la conocemos.
Matthew Nixon, de la Universidad de Maryland, lo resume así: “Apenas estamos empezando a comprender la naturaleza de estos mundos exóticos”.
Y Christopher Glein, del Instituto de Investigación del Suroeste, es claro: “A menos que veamos a E.T. saludándonos, no va a ser algo irrefutable”.
El futuro de la exploración astrobiológica
El telescopio James Webb seguirá observando a K2-18b, y los investigadores esperan obtener más datos que aclaren las condiciones del planeta.
Además, la NASA ya trabaja en el diseño de nuevos telescopios espaciales destinados a detectar señales de habitabilidad en planetas lejanos.
Sin embargo, algunos expertos, como Joshua Krissansen-Totton, alertan que recortes presupuestarios propuestos durante la gestión de Donald Trump podrían afectar el avance de estas investigaciones, al frenar nuevos proyectos científicos de la agencia espacial estadounidense.
Mientras tanto, la expectativa se mantiene viva. Como expresó con humor Nikole Lewis, especialista en exoplanetas de la Universidad de Cornell: “No estoy gritando ‘¡extraterrestres!’, pero siempre me reservo el derecho a gritar ‘¡extraterrestres!’”.
También puede interesarte: